Poema publicado en Nocturnario
Propósitos
Lucharé por tu cuerpo
de cierva iluminada en la tormenta.
Me resisto a que el río
que desata
tu voz
se convierta
en mutismo o se manche en el mundo.
No puede —te repito—
una sustancia ígnea,
como tú,
excusar cada día su pecado de arder.
He de rezar
a dioses
subterráneos.
Tres velas, una danza, una diatriba
para que siempre seas
siempre.
Yo te rescataré sobre mi lecho;
tu alarido será
tan alto,
tan espeso.
Nadie te raptará de mi jardín.
Ni siquiera
la vida.