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Antología solidaria


El pasado 24 de noviembre se presentó el libro colectivo y solidario "En unos pocos corazones fraternos", publicado por Entorno Gráfico en el Teatro Fundación CajaGranada. Después de los discursos institucionales, el programa del acto -organizado y presentado por el escritor Francisco Acuyo- se completó con la lectura de poemas alusivos de García Lorca, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre y Blas de Otero; la intervención musical de la Orquesta de Cámara de la Universidad de Granada; y la actuación del escritor, profesor y cantaor Alfredo Arrebola y del maestro de la guitarra Ángel Alonso. Para finalizar, se sortearon entre el numeroso público asistente distintos regalos, que culminaron con las obras cedidas por los pintores Diego Canca, María Teresa Martín-Vivaldi y Juan F. Navarro. Como curiosidad, el libro está equipado con tecnología NFC, pionera en España: un chip mediante el que el lector puede tener acceso a contenidos adicionales; en este caso, un archivo de sonido con la grabación de su texto por los autores que han participado en la Antología Solidaria. Como es natural, la venta de esta edición se destinará íntegramente a la labor siempre inestimable del Banco de Alimentos de Granada, que viene ayudando desde hace 22 años a los menos favorecidos (millones de kilos de comida a 40.000 familias de toda la provincia, logrando incluso récords nacionales, y que en fechas navideñas llegan a implicar a 3.000 voluntarios).

Os invito a apoyar este proyecto y a haceros con algún ejemplar.


Aquí os dejo con el texto con el cual participé:


HIJOS DEL INSOMNIO

I

En la tumba del mundo,

hermano,

hay más gusanos

de los que habrá en mi tumba.

Hay gusanos con sucias medallas,

que roban el poder,

que se votan, que mienten

con números torcidos,

que excavan agujeros para hombres

pequeños,

indefensos,

indecisos.

Impide que yo acepte

sus migajas,

que mire hacia otro lado,

que adormezca mi voz y mi grito.

No permitas que muerda el señuelo.

II

No dejes que mis ojos se habitúen

a este dolor que ronda,

no dejes que la bruma del paisaje

corone mi cabeza de gorrión.

No me dejes aquí.

Yo quiero repartir

esa octavilla blanca de paloma,

levantar mi bandera sin miedo,

bailar con libertad sobre el asfalto.

III

Y multan a mi voz que manifiesta

su grito, su protesta por la calle,

impiden la cadena de manos, los mensajes,

aquella reconquista del espacio,

nuestro

espacio.

Imponen el silencio, sus barrotes

para cercar las voces que se cruzan.

Quieren manchar de odio las pancartas.

Soy,

gateo,

vivo,

me levanto,

soy hombre

que aprende a masticar la savia del lenguaje,

soy mujer

que pare con conciencia

criaturas que puedan

caminar por aceras,

gatear,

caerse,

ser y decidir.

Estamos conectados como una red de aljibes,

un engranaje anclado en los afectos

(no en gráficos, en cifras o en estafa).

Si ayer he sido Hijo de la ira,

hoy soy la triste cría del insomnio,

del no saber qué faro he de seguir,

para qué se camina,

hacia dónde…

IV

Yo sé de migración,

de la huella del pan que se sigue en el bosque.

Me fue domesticando la pobreza,

con rítmico silencio,

dejándome bailar

secuencias de olvido.

Y el pan de lo real sobre la mesa.

Madre soltera,

madre que reembolsa

su orfandad,

madre extranjera,

madre

sola.

Sustento la promesa-buganvilla,

aliento su color.

Multiplico los peces,

me alimento de milagros.

Resisto en las pequeñas cosas.

V

Regalad,

compartid

todas mis pertenencias,

llevadlas a las manos desprovistas,

que otras huellas impriman

sobre ellas su impulso.

Otorgo a la materia

solo el valor

preciso,

no quiero conducir mi vida por el mundo

anclada en un destello que no alumbra,

que fríos artefactos

apaguen mi soltura de animal.

Solo sé resistir en la entrega,

es mi último mástil enhiesto.

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