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Escribir un lugar


En Baños de la Encina tuve la oportunidad de conocer al magnífico poeta Gregorio Dávila de Tena, que ganó con su libro "Hebra de luz. Ejercicios sobre el Cántico" el XXII Certamen de Poesía Pepa Cantarero. En este lugar tan lleno de historia, disfrutamos de una grata conversación sobre la creación poética y compartimos una velada cultural con todos los premiados en las distintas secciones. El jurado tuvo a bien premiar con un accésit del VI Certamen de Poesía Alfonso Monteagudo mi conjunto titulado "Escribir un lugar", donde canto a distintos enclaves del paisaje español.

Os dejo con unas generosas palabras de Grego Dávila sobre mis poemas y con uno de ellos.


"He leído tu poemario 'Escribir un lugar' con mucho gusto. Tu poesía es suave y delicada, muy agradable.

Me ha gustado ese acercamiento a la naturaleza con una mirada atenta (tu pupila atenta), con tu ser transparente. Tú en la naturaleza y la naturaleza en ti, acogiendo el paisaje en tu pecho, acogiendo las ciudades dentro ("miro hacia fuera y está en mí creciendo el árbol." Rilke - blog de Grego )

Me gusta cómo haces presente lo que no se ve pero se intuye, cómo recuperas lo olvidado, lo perdido, cómo se revelan los secretos cuando callas.

Recorres la geografía de los pueblos por la orografía de tu alma (geografía emocional), se aúnan en tu mundo interior ("el espacio interior del mundo", otra vez Rilke), para vencer la nostalgia, esa emoción de añoranza sosegada y aceptada".



TRÁNSITO

“Tú que aún puedes ver

escribes la ciudad que desaparece en el nombre

de sus letras…”

Cees Nooteboom

I

No sé si tiene nombre

de lugar

la tierra

que espero recorrer,

si tiene peso de paisaje –o cuerpo–,

ya lo olvidé.

No sé si sabe enmudecer lo que has dejado,

si lleva algo de ti por sus esquinas.

Con solo vaguedad salgo a buscarla,

con sed

de echar el ancla en un futuro.

II

Ya no tengo ciudad para abrirte la puerta,

solo tengo ventanas

y aquel arroyo claro de mi pulso.

Qué pequeña conquista.

Hablo sola y termino

gritando tu apellido a cada puente.

No llora esta avenida junto a mí.

No logro perturbar tu mapa.

III

Y salgo a caminar un suelo ajeno

por ver si lo amaestro para ti.

El sol es tan rotundo.

No le cuento que fuiste

el paisaje más firme

que se abrió en una noche.

No le digo tu nombre de luz.

Apenas presto oído a las cigarras.

Maldita geografía emocional.

Esa urbe de mares

te raptó con la prisa del celo.

IV

He deshecho mi casa,

he perseguido el rastro de un zapato

que marcha hacia la infancia,

y ahora…

no sé dónde se encuentra aquella silla,

dónde sentar tu voz.

Busqué, corrí

con la intención de hallar mi analogía.

Ya sé…

que nada satisface a las que huyen.

V

Tus ojos no se mueven,

pero todo transita.

Avanza bajo el arco del aliento

un burbujear de vida

(que luego irás bebiendo

el resto de la tarde).

No juegas a habitar,

prefieres ser el vértice que al sol

repasa los extremos de la gente,

o el pez

que en lo profundo

intuye otra verdad.

¿Qué río, qué tormenta nos empuja?

¿Qué destila en mi frente la bruma?

VI

No sé dónde se amplía esta ciudad,

si otorga un alma nueva,

o si bajo sus tilos

podré curar la arritmia

del corazón que cargo.

Para llegar a ella,

olvidaré estrategias seculares.

La bordeo, es pequeña,

ante el nervio que emerge del tiempo

sin sombras.

¿La ciudad que yo espero deletrea el amor?


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